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viernes, 2 de diciembre de 2011

La gastronomía, un subgénero literario de la literatura latina: La literatura científica de los saberes.

Artículo. 
La  gastronomía,  un subgénero literario de la literatura latina: La literatura científica de los saberes.


Introducción

La gastronomía ocupa un lugar de la literatura científica de los saberes. Son conocidos los tratados “De arquitectura “ de Vitrubio, o los compendios y corpus de las leyes romanas por ser la base del Derecho Civil actual. Pero se soslayan los manuales de Agricultura o de Geografía de autores de la Antigüedad como los de Catón o Columela. Pretendemos reivindicar la gastronomía como otro saber científico y práctico en el mundo de la alimentación tan relacionado con la medicina por su interés actual, y, sobre todo a un personaje latino APICIO. 

Apicio y la gastronomía.

Podíamos remontarnos a muchos autores latinos que, a lo largo de sus obras, han tratado sobre los diversos aspectos gastronómicos. Generalmente, predominan los que aluden al arte de comer de una manera incidental en el transcurso de su obra literaria. Incluso, en otros momentos, hay obras denominadas “banquetes” en las que el acto de una comida se nos transmite con la riqueza minuciosa de sus platos o de su ambiente social. Pongamos por ejemplo la Cena de Trimalción del Satiricón de Petronio Arbiter. Pero no es esta nuestra intención, nos vamos a fijar sobre la importancia literaria de la obra de Apicio, su De re coquinaria para fijar las características este género científico (literario de mínimos).
En primer, esta obra, en concreto su tratado gastronómico, ofrece un carácter didáctico y pedagógica, donde la síntesis y la claridad son elementos esenciales. Se dirigen directamente al lector con la segunda persona y de una manera sentencial sin rodeos algunos.
En segundo lugar, le da rango de incluirse en el mundo grecorromano la introducción de elementos léxicos de terminología y manuales griegos . Por eso, los capítulos se denominan en griego: Epimeles: "Reglas culinarias, remedios caseros, especias"; Artopus: "Estofados, picados, etc."; Cepuros: "Hierbas que sirven para cocinar", Pandecter: "Generalidades"; Osprión: "De las verduras"; Tropherter: "De las aves"; Polyteles: "Excesos y exquisiteces"; Tetrapus: "De los cuadrúpedos"; Thalassa: "Del mar" y Halieus vel halieuticon: "Del pescado y sus variedades".
En tercer lugar, el autor con su ego se refleja en su obra que es fruto de una experiencia dilatada entre comensales y quiere transmitir sus conocimientos a la posterioridad par hacerse clásico en este terreno. Por eso no podemos olvidar que Apicio, de familia rica, nacido 25 años antes de Cristo, perdió sus caudales en los famosos banquetes, exuberantes bacanales y actos sociales tan abundantes entre los romanos de su tiempo. Cuentan que “ Roma entera le nombraba por su capacidad de superar cada día, asombrando si cabe más que el día anterior”.
En cuarto lugar su capacidad radicaba que no es un puro imitador de otros tratados anteriores sino que es un gran recopilador (la mayoría de sus 480 recetas de su libro “De re coquinaria”, se refieren a las personas y sitios donde consiguió sus fórmulas gastronómicas) y en menor medida, es creador, tan sólo siete son creadas por su pluma.
En quinto lugar, ¿se puede considerar un clásico de la literatura científica gastronómica? Es cierto que algunas recetas son extravagantes o exageradas, como cuando se comieron cinco mil lenguas de flamencos rosa y un número parecido de sesos de ruiseñor, o el fletar un barco para ir a las costas de Libia a encontrar quisquillas enormes, o criar truchas con higos secos a fin de conseguir un sabor único.; también dicen que “ sus aportaciones a la cocina eran complejas, largas, sofisticadas y nada comunes, como él mismo; pero podemos afirmar que se supera proponiendo nuevas fórmulas culinarias , para convertirse en un hombre famoso, universal y clásico hasta tal punto que, a pesar de que su obra se hace a su gusto y manera, su fama de extravagante y raro fue divulgada por Plinio Juvenal o Marcial entre otros, y , marcó una huella ineludible hasta tal punto que, según dicen, que a muchas cosas se le aplicaba el adjetivo de Apicio, por ejemplo era llamado el 'vino de Apicio' o el 'arte de Apicio' con ponderación a las mejores cosechas o la más selecta cocina. Y, como hombre de tal talante y comportamiento así murió suicidado y entre su estrafalaria fortuna.

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